Xenofobia y delincuencia: 8 bolivianos muertos y una niña orillada al suicidio en Argentina

Autor/Fuente: www.la-razon.com

Publicado: lunes febrero 18, 2019

Los casos son desgarradores. Los bolivianos no son solo víctimas de la intolerancia y el racismo en Argentina, sino que también son presa de delincuentes.

Clara Celeste, de 9 años, fue por meses acosada por sus compañeros de escuela que la humillaban por su aspecto y su nacionalidad. El 4 de julio de 2018 se ahorcó, y en su carta póstuma reveló que estaba harta de ser boliviana y quería “irse en paz”.

La pequeña cursaba el tercero básico en la Escuela  Baldomero Fernández Moreno, ubicada a seis cuadras de su casa en la localidad de Villa Trujui, Buenos Aires. Su suicidio ocupó titulares en la prensa argentina cuando salió a la luz la carta en la que explicaba la razón que la llevó a matarse.

Trabajadores de la unidad educativa informaron que la niña —la mayor de tres hermanos— era blanco de los insultos y burlas de sus compañeros. Le decían: “India regresa a tu pueblo y aprendé a hablar”, se burlaban de su apariencia, del color de su piel y de su nacionalidad.

La escuela no dio a conocer qué hizo para evitar el acoso escolar que convirtió en un infierno la vida de la pequeña.

Este caso trae a la mente la muerte de Marcelina Meneses, una boliviana de 30 años, y de Josua, su bebé de 10 meses, arrojados de un tren en movimiento hace 19 años.

Cerca de las 09.05 del 10 de enero de 2001, la mujer abordó el tren metropolitano (TMR). Cargaba a Josua a la espalda y varias bolsas en las manos. Se quedó de pie, a metros de la puerta y cuando el tren llegaba a la estación Avellaneda se dirigió a la salida.

Sin querer rozó a un pasajero de la tercera edad con una bolsa, quien reaccionó iracundo y le gritó: “¡Boliviana de mierda! ¡No mirás cuando caminás!”.

La víctima no respondió. Julio Giménez, testigo clave, salió a defenderla. “Qué defendés vos, si estos bolivianos son los que nos vienen a quitar trabajo”, le gritó uno. ¿Vos qué los defendés, antipatria?”, le espetó otro.

Ni siquiera un guardia del TMR puso fin a los insultos xenófobos. Todo lo contrario. “¡Uh! ¡Otra vez estos bolivianos haciendo quilombo! ¡Me tienen podrido”.

El tumulto creció y en segundos, la víctima fue arrojada del tren por un sujeto. Ella y el bebé que cargaba a la espalda murieron instantáneamente.

  • Marcha de protesta contra la xenofobia en Argentina. Foto: Infobae

El 3 de febrero de 2018, Rubén Aramayo y su equipo conformado por extranjeros jugó un partido en el barrio de Rivadavia, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El equipo ganador iba a llevarse un premio en efectivo.

El equipo del boliviano —integrado además por un paraguayo, dos peruanos y un argentino— ganó, pero cuando el connacional reclamó su parte, sus compañeros le echaron a golpes, le rociaron con gasolina y le prendieron fuego. Quienes lo auxiliaron contaron que el joven corría desesperado pidiendo auxilio a gritos. Fue internado en el Hospital Piñero de la Capital Federal con quemaduras en el 50% de su cuerpo. Murió al día siguiente. Los miembros de su equipo fueron aprehendidos y alegaron que no podían permitir que “un boliviano” se llevara la plata.

La tensión racial está presente. El 3 de marzo, cuando el Gobierno argentino ya había instalado el debate de cobrar a los extranjeros el uso de los servicios de salud y educación, una joven argentina fue golpeada por un sujeto en Salta, quien la confundió con una boliviana.

La joven era atendida por una empleada del Programa de Atención Médica Integral (PAMI) cuando un hombre le dio un violento puñetazo en el pecho mientras le gritaba: “¡Boliviana de mierda, vos te estás llevando nuestros medicamentos”. El sujeto fue expulsado por la guardia. Más tarde, la agredida aclaró: “Nací en Cachi (un distrito de Salta), viví acá toda mi vida”.

Para la socióloga Daniela Hinojosa, estos hechos están ligados a la xenofobia, que es “uno de los prejuicios con más recelo, odio, fobia y rechazo contra los extranjeros o contra los grupos étnicos diferentes”. Según la profesional, en Latinoamérica, debido a su pasado colonial, el fenotipo aún pesa.

“Nada justifica el racismo o la segregación; sin embargo en Argentina hay una población más homogénea étnicamente, donde predominan rasgos occidentales, por lo que la presencia boliviana se evidencia por sus características indígenas. La migración, al tener un carácter económico, desata xenofobia porque se cree que el diferente, aquel con otra cultura, roba el trabajo”.

Pero los bolivianos no son solo víctimas de la intolerancia y el racismo en Argentina, sino son presa de delincuentes.

El 19 de febrero, José Bustos Osinaga, un camionero de 71 años, fue asesinado a balazos por tres sujetos, que pretendían asaltarle fuera de la Aduana de Salvador Mazza. El camionero de la tercera edad —que se resistió al robo— esperaba a su hijo que había salido a hacer trámites aduaneros para hacer pasar sus cuatro camiones cargados hacia Bolivia.

El 17 de febrero, Américo Milton González Verdeja, de 29 años, se dirigía a la feria La Salada cuando fue interceptado por un sujeto armado y encapuchado, quien —según testigos— le llamó por su nombre y le disparó un tiro en la cabeza.

El 18 de junio, Gertrudis Rojas Coca, una verdulera de 45 años, fue asesinada en la ciudad argentina de Berazategui por un delincuente que la acuchilló delante de su hija de 17. Aproximadamente a las 19.00, dos delincuentes ingresaron a su negocio y le exigieron que les dé dinero. Gertrudis les entregó todo el contenido de la caja y, al mismo tiempo, pidió a su hija que salga. Sin embargo, el ladrón le asestó una puñalada en el abdomen y escapó corriendo. La connacional murió mientras era trasladada un hospital.

El 20 de octubre, Alejandro Condo, de 27 años, murió debido a una golpiza que le propinaron presuntamente unos atracadores. A las 05.00 fue encontrado aún con vida por un transeúnte a metros de un boliche en la localidad bonaerense de Longchamps, pero los médicos no lograron salvarle la vida. Estaba con sus amigos en el local, del que se retiró antes.

El 22 de octubre, Miguel Ángel Gómez Huanca, de 30 años, fue asesinado cuando intentaba ahuyentar a tres delincuentes que estaban asaltando a su amigo. Uno de los asaltantes le disparó a quemarropa en el pecho. Residía nueve años en ese país.

El 24 de noviembre el activista y migrante cochabambino Rodolfo Orellana Zapata, de 37 años, padre de cinco niños, fue herido por un disparo, que ingresó por la espalda y salió por la nariz, en un operativo policial en La Matanza, Buenos Aires; la fuerza pública intentaba evitar la toma de un predio propiciado por activistas y 50 familias de bolivianos quienes fueron estafados con la venta de lotes en terrenos fiscales. La víctima tenía cinco hijos.

El 19 de diciembre, dos delincuentes armados mataron a Nelson Camacho, de 45 años, oriundo de La Paz y padre de dos hijos de 8 y 18 años. El crimen se produjo en Gregorio de Laferrere, partido de La Matanza, provincia de Buenos Aires.

La víctima —guardia de seguridad en las fiestas de la colectividad boliviana— salió a comprar gas a la estación de Eva Duarte, barrio del Tejar, eran las 14.00.

Dos sujetos se acercaron y le apuntaron con un arma para que les entregue el auto. Lo hizo, los asaltantes abordaron el vehículos, pero antes de partir le dispararon a quemarropa. (17/02/2019)


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