Autor/Fuente: eltribuno.com
Publicado: viernes mayo 16, 2025
Secuestraron cargamentos y sospechan de “cocinas” locales.
A las agencias que investigan el millonario e ilegal negocio del narcotráfico, el secuestro de toneladas de hojas de coca que de las últimas semanas, no les pasó desapercibido. Estos mega procedimientos estarían confirmando que las organizaciones narcos a partir de la implementación del operativo Güemes en el norte argentino y la puesta en marcha del operativo Roca a cargo de las Fuerzas Armadas, estarían tomando un giro drástico en sus operaciones delictivas, instalando las denominadas “cocinas”, laboratorios para la fabricación de la pasta base y el posterior clorhidrato de cocaína, en territorio nacional.
Fue el último procedimiento del domingo 4 en la autopista Córdoba- Rosario en el que un camión fue detenido por la Gendarmería, y que había partido desde Orán con destino final a La Plata que terminó por generar casi la certeza de que las 7 toneladas de hojas de coca, materia prima para la pasta base y cocaína, bien podría ser para algún laboratorio clandestino.
El cargamento fue descubierto en la autopista entre Córdoba y Rosario pero su destino era la capital de la provincia de Buenos Aires, puntos de la Argentina en las que a diferencia de provincias como Salta o Jujuy, el coqueo no se conoce, de manera que mal podría interpretarse que iba a ser vendida en almacenes o kioscos como sucede en el norte argentino. Pero en los últimos días no fue el único ya que a las 7 toneladas incautadas el domingo se sumaron otros 619 kilos secuestrados en Tucumán, casi a las pocas horas.
Los que diseñan estrategias para hacer que los millonarios cargamentos de cocaína lleguen desde Bolivia hasta territorio argentino y abastezcan al mercado interno como las demandas en Europa, a pesar de su condición de delincuentes prestos a cualquier cosa, no dejan de ser hombres de negocios que mueven millones de dólares (la cocaína no se valúa ni en pesos argentinos ni en bolivianos).
Y resulta más que evidente que el Plan Güemes que dos meses atrás lanzó la ministra de Seguridad de la Nación al que se sumará el Roca y que sin acto oficial se inicia desde Tartagal, está dando resultados. Los secuestros de cocaína que ingresan desde Bolivia no es una novedad para el norte, pero en los últimos dos meses se ha multiplicado ostensiblemente la cantidad de droga incautada.
Semanas atrás dos hechos nunca antes vistos en la zona tuvieron lugar tanto en la localidad de Aguaray, como en la ruta nacional 34 en el tramo que une a esta localidad con la fronteriza Salvador Mazza. En la primera, desconocidos arrojaron bidones con ladrillos de cocaína en las calles del pueblo que rondaron los 100 kilogramos. Un par de días después, 95 kilos más fueron encontrados al costado de la ruta nacional luego que fueran abandonados al costado de la cinta asfáltica. Casi 200 kilos, unos US$ 2 millones a pocos kilómetros de la frontera y que conforme se aleja hacia el centro del país triplica su valor.
Casi de manera inmediata al ajustarse los controles en la zona fronteriza de Aguas Blancas-Bermejo, los procedimientos antidrogas volvieron a intensificarse en todo el tramo norte de la ruta 34 que conecta Salvador Mazza y San José de Pocitos, del lado boliviano. En su afán de esquivar esos dos controles estratégicos , las bandas comenzaron a operar nuevamente por el Chaco salteño conectando directamente con el departamento de Anta y es así que semanas atrás se incautaron más de 45 kilos de cocaína en un ómnibus que llegaba a la capital de la provincia desde Joaquin V. González.
Pero el secuestro de 7 Tn de hojas de coca refiere a otra cuestión tanto o más peligrosa que el tráfico de cocaína que ingresa de Bolivia. “Es demasiado y tenemos sospechas que algo de eso debe haber” confió un investigador ubicado fuera de la provincia de Salta ante la consulta de este medio sobre la posibilidad de que ante tantos controles en la frontera, las bandas opten por fabricar en Argentina. “Además ahora no necesitan la misma cantidad de hojas que se requería antes, porque con los precursores actuales pueden fabricar la misma cantidad con menos materia prima” explicó. Si bien “los cocineros” o químicos no divulgan a los cuatro vientos cuántos kilos de hojas se necesitan para fabricar un kilo de cocaína, se decía que eran necesarios alrededor de 100 y al parecer hasta en eso evolucionaron.
Pero lo extraño en la lucha contra el narcotráfico es un hecho curioso: los precursores químicos que se usan en Bolivia para obtener la pasta base y la cocaína (eter, acetona o la inocente lavandina) van en su gran mayoría desde nuestro país. La legislación argentina debería ser tan rigurosa para la salida de estos productos como es la entrada de la sustancia prohibida ya terminada; pero algo sucede en el medio que nunca se ha dejado de proveer a Bolivia de estos productos, sin los cuáles sería imposible la fabricación de droga. Y es que casi podría decirse que Bolivia no sería el gran productor de cocaína que es, si no tuviera a la Argentina como proveedor de los precursores.